Autismo
El autismo (a veces llamado “autismo clásico”) es la enfermedad más común dentro del grupo de trastornos del desarrollo, conocido como trastornos del espectro autista. El autismo se caracteriza por una escasa interacción social, problemas en la comunicación verbal y no verbal, actividades e intereses gravemente limitados, inusuales y repetitivos. Otros trastornos del espectro autista incluyen el síndrome de Asperger, el síndrome de Rett, el trastorno desintegrativo infantil y el trastorno general del desarrollo no especificado o atípico. Los expertos estiman que tres a seis de cada mil niños, padecerán de autismo. Los varones tienen cuatro veces más probabilidad de padecerlo que las mujeres.
Síntomas
más comunes
Existen tres comportamientos distintivos que caracterizan el autismo. Los
niños autistas tienen dificultades para interactuar socialmente, padecen
de problemas de comunicación verbal y no verbal y muestran comportamientos
reiterativos o intereses limitados u obsesivos. Estos comportamientos pueden
variar en cuanto a su impacto, es decir, desde un trastorno leve hasta uno
que puede llegar a ser discapacitante. El rasgo distintivo del autismo es
una escasa interacción social. Frecuentemente, son los padres los primeros
en advertir síntomas de autismo en sus hijos. Desde etapas tan precoces
como la de lactancia, un bebé con autismo puede no responder a la presencia
de otras personas o concentrarse solamente en un objeto, excluyendo a otros,
por largos períodos de tiempo. Un niño autista puede, aparentemente,
tener un desarrollo normal y luego replegarse y volverse indiferente al contacto
social.
Los
menores con autismo pueden ser incapaces de responder a su nombre y a
menudo evitan sostener la mirada de otra gente. Asimismo, tienen dificultades
para interpretar lo que otros están pensando o sintiendo ya que
no logran comprender los códigos sociales, tales como un tono de
voz o expresiones faciales, y no observan los rostros de otra gente para
obtener pistas sobre cuál debiera ser el comportamiento adecuado.
Ellos carecen de empatía. |
Muchos niños con autismo efectúan movimientos repetitivos tales como, mecerse o retorcerse, o caen en conductas autodestructivas como morderse o golpearse la cabeza. También tienden a empezar a hablar más tarde que otros niños y puede que se refieran a ellos mismos por su nombre en vez de “yo.” Los menores autistas no saben jugar en forma interactiva con otros niños. Algunos hablan como si estuvieran cantando y lo hacen en torno a una gama muy limitada de temas favoritos, prestando poca atención a los intereses de la persona a la cual le están hablando.
Muchos niños con autismo tienen una baja sensibilidad al dolor pero son anormalmente sensibles al ruido, al tacto u otro estímulo sensorial. Estas reacciones inusuales pueden contribuir a síntomas conductuales como la resistencia a ser apapachado o abrazado.
Los niños autistas, presentan mayor riesgo de padecer de ciertas enfermedades co-existentes como el síndrome de cromosoma X frágil (el cual provoca retraso mental), esclerosis tuberosa (en el cual crecen tumores en el cerebro), convulsiones epilépticas, el síndrome de Tourette, discapacidades de aprendizaje y trastorno de déficit atencional. Por razones que aún no están claras, entre el 20 y 30 por ciento de los menores autistas desarrollan epilepsia cuando llegan a ser adultos. Si bien algunas personas con esquizofrenia pueden mostrar una conducta de tipo autista, sus síntomas generalmente no aparecen hasta cerca de los 20 años o en la etapa de adultos jóvenes. La mayoría de la gente con esquizofrenia también tiene alucinaciones y delirios, los cuales no se encuentran en el autista.
Diagnóstico
El autismo se clasifica como uno de los desórdenes extendidos del desarrollo.
Algunos médicos también usan términos tal como "perturbado
emocionalmente" para describir a personas con autismo. Porque éste
varía grandemente en su severidad y síntomas, el autismo puede
ser no reconocido especialmente en individuos levemente afectados o en aquellos
con impedimentos múltiples. Los investigadores y terapeutas han desarrollado
varios conjuntos de criterios para el diagnóstico del autismo. Algunos
criterios usados frequentemente incluyen:
Los niños con algunos de los síntomas de autismo, pero no con
suficientes como para ser diagnosticados con la forma clásica del desorden,
son frequentemente diagnosticados con el desorden extendido del desarrollo -
no específico (PDD - NOS del inglés "pervasive developmental
disorder - not otherwise specified"). El término síndrome
de Asperger es algunas veces usado para describir a personas con comportamiento
autista pero con buen desarrollo de las destrezas del lenguaje. Los niños
que parecen normales en sus primeros años y que luego pierden destrezas
y comienzan a mostrar un comportamiento autista suelen ser diagnosticados con
el desorden desintegrativo de la niñez (CDD del inglés "childhood
disintegrative disorder"). Las niñas con el síndrome de Rett,
un desorden genético ligado al sexo caracterizado por un desarrollo del
cerebro inadecuado, convulsiones y otros problemas neurológicos, también
pueden mostrar un comportamiento autista. PDD - NOS, el síndrome de Asperger,
CDD y el síndrome de Rett son a veces llamados el espectro de desórdenes
del autismo.
Ya que los problemas de audición pueden ser confundidos con autismo, los niños con desarrollo tardío del habla deben ser examinados de la audición. Algunas veces los niños tienen dificultades de audición además de autismo. Cerca de la mitad de las personas con autismo tienen una puntuación más baja de 50 en exámenes de IQ, 20 porciento tienen una puntuación entre 50 y 70, y 30 porciento tienen una puntuación más alta de 70. Sin embargo, estimar el IQ en niños pequeños con autismo es a menudo difícil porque los problemas del lenguaje y comportamiento interfieren con el examen. Un porcentaje pequeño de las personas con autismo son savants. Estas personas tienen destrezas limitadas pero extraordinarias en áreas como la música, las matemáticas, el dibujo o la visualización.
Adaptado de Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders IV y el International Classification of Diseases -10.
¿Qué
causa el autismo?
Los científicos no están seguros sobre la causa del autismo, pero
es probable que tanto la genética como el entorno jueguen un papel en
esto. Los investigadores han identificado diversos genes asociados con este
trastorno. Estudios sobre personas con autismo han encontrado irregularidades
en varias regiones del cerebro. Otros estudios sugieren que la gente con autismo
tiene niveles anormales de serotonina o algún otro neurotransmisor en
el cerebro. Estas anormalidades sugieren que el autismo podría resultar
de la interrupción del desarrollo normal del cerebro en una etapa temprana
del desarrollo fetal, causado por defectos en los genes que controlan el crecimiento
del cerebro y que regulan el modo en que las neuronas se comunican entre ellas.
Si bien estos hallazgos son prometedores, sólo son preliminares y requieren
de estudios adicionales. La teoría de que las conductas de los padres
son responsables del autismo ha sido refutada.
Factor
hereditario
Estudios recientes sugieren enfáticamente que algunas personas tienen
una predisposición genética al autismo. En familias con un niño
autista, el riesgo de tener un segundo niño con el mismo trastorno es,
aproximadamente, un 5 por ciento, o uno en 20. Este porcentaje es más
elevado que el riesgo que corre la población en general. Los investigadores
están buscando pistas acerca de qué genes contribuyen a este aumento
en la susceptibilidad. En algunos casos, los padres y otros parientes de un
niño autista muestran alteraciones leves en sus destrezas sociales y
de la comunicación, o caen en conductas repetitivas. La evidencia también
sugiere que algunos trastornos emocionales, tales como la enfermedad bipolar,
ocurren con más frecuencia que el promedio en las familias de personas
con autismo.
¿Cambian
con el tiempo los síntomas del autismo?
Para muchos niños, los síntomas del autismo mejoran con un tratamiento
y la edad. Algunos menores autistas crecen y logran llevar vidas normales o
casi normales. Aquellos niños cuyas destrezas del lenguaje sufren una
regresión a temprana edad, generalmente antes de los 3 años, parecen
presentar mayor riesgo de desarrollar epilepsia o actividad cerebral similar
a una convulsión. Durante la adolescencia, algunos menores con autismo
pueden deprimirse o experimentar problemas conductuales. Los padres de estos
niños deberian estar preparados para ajustar el tratamiento a las necesidades
del menor.
Tratamiento
No
existe la cura para el autismo. Las terapias e intervenciones conductuales
están diseñadas para remediar síntomas específicos
y pueden otorgar una mejoría sustantiva. El plan ideal de tratamiento
coordina terapias e intervenciones que tienen como blanco los principales
síntomas del autismo: problemas de interacción social y
comunicación verbal y no verbal, y rutinas e intereses obsesivos
o repetitivos. La mayoría de los profesionales concuerdan en que
mientras más temprana la intervención, mejor. |
Intervenciones educacionales/conductuales: Los terapeutas utilizan sesiones de intenso entrenamiento para el desarrollo de destrezas altamente estructuradas, con el fin de ayudar a los niños a desarrollar destrezas sociales y de lenguaje. La orientación familiar para los padres y hermanos de los niños autistas, con frecuencia ayuda a las familias a enfrentar los particulares desafíos de vivir con un niño autista.
Medicamentos: Los médicos a menudo recetan un medicamento antidepresivo para controlar síntomas de ansiedad, depresión o algún trastorno obsesivo-compulsivo. Se emplean medicamentos antisicóticos para tratar graves problemas conductuales. Las convulsiones pueden ser tratadas con una o más de las drogas anticonvulsivas. Estimulantes, tales como los usados para niños con un trastorno de déficit atencional, a veces son empleados de manera efectiva para ayudar a disminuir la impulsividad e hiperactividad.
Otras terapias: Existe un número de terapias controvertidas o intervenciones a disposición de los menores autistas, pero pocas, si es que las hay, están respaldadas por estudios científicos. Los padres debieran actuar con cautela antes de adoptar cualquiera de estos tratamientos.